Todo se quedaba oscuro y en silencio,
mientras duraba la espera.
Nuestro juicio era el último.
Entre paredes de pasillos
que albergaron
denunciantes y denunciados
hubo un barullo de mañana a tarde.
La resonancia del barullo
acariciaba mis tímpanos
entraba dentro de mi
y se quedaba dentro, esperando,
no sé qué cosa... a que me llamasen por mi nombre.
Acaso podría esperarse algo más.
Nuestro juicio era el último.
Vimos pasar todos los juicios
que hubo en la sala
de ése día de prioridad.
Y entraron algunos presos
con sus manos esposadas,
privadas de libertad.
Luego salieron
y volvieron a entrar algunos más.
Y nuestro juicio era el último,
el que se quedó en el aire,
aunque el barullo de aquél lugar
ya hubo acariciado mis tímpanos.
mientras duraba la espera.
Nuestro juicio era el último.
Entre paredes de pasillos
que albergaron
denunciantes y denunciados
hubo un barullo de mañana a tarde.
La resonancia del barullo
acariciaba mis tímpanos
entraba dentro de mi
y se quedaba dentro, esperando,
no sé qué cosa... a que me llamasen por mi nombre.
Acaso podría esperarse algo más.
Nuestro juicio era el último.
Vimos pasar todos los juicios
que hubo en la sala
de ése día de prioridad.
Y entraron algunos presos
con sus manos esposadas,
privadas de libertad.
Luego salieron
y volvieron a entrar algunos más.
Y nuestro juicio era el último,
el que se quedó en el aire,
aunque el barullo de aquél lugar
ya hubo acariciado mis tímpanos.